Los estudios literarios y los análisis cuantitativos nunca se han llevado bien. Claro, los investigadores consideran que el valor literario está más allá de los números: en teoría, no se puede medir una metáfora o cuantificar un tema. Mejor que escribir un largo texto defendiendo una técnica, discutiendo sus alcances, elogiando sus logros, prefiero dar un ejemplo a pequeña escala de lo que se puede lograr con un enfoque cuantitativo y algunas herramientas propias de este boom digital en el que vivimos (¿nos obligaron a vivir?). Que el lector decida si se trata de una metodología válida o una trivialidad.
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¿Cómo se desarrolló la producción literaria en Perú desde el primer año del siglo XX hasta el primer centenario de la independencia?
Para responder esta pregunta, necesitamos saber cuántos libros se publicaron a lo largo de ese periodo. Podríamos ir a una biblioteca y revisar los catálogos, pero esto no es una opción en medio de una pandemia: felizmente, ya otros se nos adelantaron. Investigamos sobre hombros de gigantes: Miguel Ángel Rodríguez Rea recopiló las publicaciones en cuento y poesía durante el siglo XX, por lo que usaremos esa información para este análisis. Su investigación no es definitiva (nada en la ciencia es definitivo), pero es confiable y ofrece un panorama bastante completo de lo que se publicaba en ese momento (por cierto, gran trabajo de Rodríguez Rea: el crítico más infravalorado de la literatura peruana).
Esto no resuelve totalmente el problema: Rodríguez Rea publicó en revistas, revistas que están en bibliotecas, bibliotecas que están cerradas por la pandemia. Pero el mundo digital viene al rescate: Lexis está en acceso abierto desde hace varios años gracias a la Pontifica Universidad Católica del Perú; Hueso Humero fue digitalizada hace poco por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Así que toda la información está al alcance de un clic: cosa inimaginable hace solo 15 años, cuando estudiaba en la universidad. En cambio, para el caso de las novelas, sí tuve que hacer investigación a la antigua: tinta, libros, bibliotecas, dolor de cuello. Aquí usó la base de datos que estoy construyendo para De desastres a celebraciones: Archivo digital de novelas peruanas (1885-1921), que le debe mucho a los libros de Edna Coll y Elsa Villanueva.
A toda esta información se le debe dar un orden (en realidad, otro orden) para que pueda ser procesada en RStudio, el programa que me ayuda con el análisis cuantitativo y la visualización. Creo un archivo Excel (descarga aquí) con todos los datos (o como se dice en las Humanidades Digitales, la data) y ya puedo empezar a trabajar.
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Cuento: 22 libros

No hay mucho que decir sobre el cuento peruano en las dos primeras décadas del siglo XX: muy poca publicación, a veces uno, a veces ningún texto. Pero hay que aclarar: Rodríguez Rea recopiló la información de libros de cuentos; pero la historia era otra en las revistas. Así que, aunque la imagen parece indicar una baja popularidad, el cuento tenía una vida secreta en las publicaciones periódicas, donde siempre aparecía uno, de autor peruano o extranjero (una investigación todavía por hacerse). Es decir, poca producción no significa necesariamente pocos lectores. En todo caso, tiene sentido que el género que maduró más tarde sea el de menor producción y -claro- organizar un libro en donde todos los relatos conformen una especie de unidad es bastante diferente a escribir un cuento independiente.
Novela: 62 libros

Otra aclaración: Excluí las novelas de folletín de la época, porque el trabajo de Rodríguez Rea es sobre publicación de libros. Por ejemplo, se quedaron afuera las fundamentales novelas de Valdelomar.
La novela tuvo mejor suerte: un promedio de casi 3 novelas por año y hasta 11 publicadas en 1916. Sorprende, por otra parte, que una gran cantidad de textos haya aparecido entre 1914 y 1918 (33 novelas). Algunos podrán decir que se debe a la relativa estabilidad económica durante el segundo gobierno de Pardo; pero la verdad es que mucho se debe a que los escritores empezaron a aumentar su producción: Manuel A. Bedoya publicó 9 textos durante ese periodo (el gran olvidado de la literatura peruana: solo por publicar tanto entre España y Perú, ya merece una tesis); Felipe Sassone (el otro gran olvidado). 4 textos; Pedro Dávalos y Lissón, 3 textos; y Augusto Aguirre Morales, 2 textos. ¿Es arriesgado afirmar que el cambio de siglo significó la consolidación de los novelistas profesionales (a los ya mencionados, hay que agregar a Mercedes Cabello, Clorinda Matto y Teresa González en las décadas anteriores)?
Poesía: 128 libros

Última aclaración, lo prometo: Excluí las reediciones para seguir los criterios de los otros dos géneros.
Poesía, el género favorito de todos, por lejos, y el que tiene una mayor tradición. Eso ya es suficiente para explicar su estabilidad a principios del siglo XX: nunca se dejó de publicar, nunca se dejó de leer poesía. Además, como el cuento, los poemas eran usuales en las revistas, que incluso invitaban a los lectores a que envíen sus propias creaciones. Sin embargo, también hay que considerar la materialidad del libro: es más fácil que la editorial de un periódico publique un poema largo (entre 20 o 30 páginas, digamos) que una novela de 100 páginas. ¿Esto influyó en el campo de producción haciendo que los escritores “prefieran” escribir poesía? Quizás sí, quizás no; lo cierto es que el mercado de lectores ya estaba consolidado desde hace tiempo.
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Una de las ventajas de un enfoque cuantitativo es que permite mostrar evidencia. No es lo mismo escribir “la poesía fue el género más popular a inicios del siglo XX” que poner “la poesía representó el 60% de los textos literarios hasta 1921”. Y si esa evidencia se puede graficar, mucho mejor. ¿Alguien discutiría la popularidad poética después de ver esta imagen?

Veamos los extremos del gráfico. Otra vez, se hace obvio el peso de la tradición poética: de hecho, no tenemos registro de libros de cuentos o novelas publicados en 1901 o 1902, mientras 13 poemarios aparecieron en esos mismos años. Y, sin importar el género, 1921 significó un repunte de publicaciones, animadas probablemente por las celebraciones de la independencia. De todo esto, se puede hablar mucho más y también proponer nuevos problemas (por ejemplo, ¿existe explicaciones literarias o sociales para el éxito de la novela sobre la poesía alrededor de 1908 y 1916?). Pero no es el momento, porque esto es solo un ejemplo de lo que se puede hacer cuando se acepta que la literatura también se puede medir.
Referencias
Coll, Edna. Índice informativo de la novela hispanoamericana: El Altiplano (Bolivia, Ecuador, Perú). 1974.
Rodríguez Rea. Miguel Ángel. “Poesía peruana del siglo XX. (I. 1900-1920)” y “Poesía peruana del siglo XX. (II. 1921-1930)”. Hueso Humero, no. 7 y no. 8, 1980 y 1981, https://sisbib.unmsm.edu.pe/colec_fondor/?colec=8&fbclid=IwAR1LRI1MOzaQunU14Dit2OZEukUc_tS8L2v9VTcsOdPWfF_Y3LnSACF6Q6k.
—. “El cuento peruano contemporáneo: índice bibliográfico. l. 1900-1930”. Lexis, no. 11-12, 1983, http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lexis/article/view/4790.
Villanueva de Puccinelli, Elsa. Bibliografía de la novela peruana. 1969.